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Soy técnica en nutrición y éstos son los alimentos que jamás doy a mi hijo… o es lo que muchos creen

Soy técnica en nutrición y éstos son los alimentos que jamás doy a mi hijo… o es lo que muchos creen

Esta experta resalta que lo importante es qué herramientas le estás dando al niño para que se relacione bien con la comida cuando tú no estás presente.

Una familia comiendo en un restaurante, en una imagen de archivo.Getty Images

“¿Y tú qué cosas no le dejas comer a tu hijo?” Ésta es una de las preguntas más frecuentes que le hacen a la técnica superior en Nutrición y Dietética Ana Luzón, como experta y como madre. "Parece que cuando alguien se dedica profesionalmente a la alimentación, se espera una lista rigurosa de alimentos prohibidos, una especie de `manual de control´ para criar hijos sanos", señala Luzón, "pero cuanto más aprendo sobre nutrición, conducta alimentaria y desarrollo infantil, más me alejo de esa visión", avisa. 

"Porque el problema no está en un alimento concreto, sino en cómo educamos la relación con la comida", resalta esta especialista. "Y ahí es donde prefiero centrarme". Lo primero, añade, es que "acemos sabiendo comer… y a veces lo desaprendemos".  "Los bebés tienen una capacidad innata para regular cuánto comen. Saben cuándo tienen hambre y cuándo están llenos. Incluso en los primeros meses, rechazan el pecho o el biberón cuando ya no quieren más". Así que con el tiempo, "esa conexión se puede fortalecer o debilitar", asevera.

Es más, Luzón defiende que "cuando forzamos a terminar el plato, premiamos con comida, usamos frases como `si no te lo comes, no hay postre´ o restringimos en exceso ciertos alimentos, les enseñamos a ignorar sus señales internas y a comer por razones externas: porque toca, porque hay que acabar, porque lo dice mamá". Y esto lleva a que  "con el tiempo, eso puede allanar el camino hacia una relación desordenada con la comida", concluye.

Otra típica idea es respecto al dulce, prosigue la nutricionista. "El dulce no es el enemigo, pero tampoco el maestro de ceremonias".  "Los niños nacen con una preferencia por el sabor dulce: está presente incluso en la leche materna. No es un error biológico, es un mecanismo de supervivencia.  El problema no es que quieran dulce. El problema es que, si el dulce se convierte en un premio, un refugio o una transgresión, se le da un poder que no debería tener", añade. Por la tanto, "restringirlo con rigidez puede aumentar su atractivo, convertirlo en lo cotidiano tampoco ayuda y, como en tantas cosas, el equilibrio está en el contexto y la frecuencia", recomienda.

Por otro lado, según esta experta, "cuidar no es controlar: es acompañar con presencia, ejemplo y estructura". Es más asegura que ella en su casa no tiene "alimentos prohibidos, pero sí creo en tener estructura y criterios". Y lo explica. "No todo vale a cualquier hora ni de cualquier forma. Pero eso no lo impongo desde la rigidez, sino desde el acompañamiento. Lo que intento transmitir a mi hijo no es miedo, sino autonomía. Y para eso necesita, en primer lugar, opciones saludables que pueda elegir, porque no todo es libre albedrío, hay momentos del día en que el adulto guía, pero siempre con espacio para decidir". 

Además, añade la técnica en dietética,  "hay que procurar que haya en casa ambientes seguros y agradables para comer: sin pantallas, sin prisas, sin broncas, también es importante el ejemplo familiar, ya que lo que ve el niño en los demás es más potente que cualquier discurso y, finalmente, la presencia compartida. Es decir, comer en familia tiene un valor que va más allá de lo nutricional. Es vínculo, es conversación, es modelo de conducta".

Otro aspecto a tener en cuenta es que "la salud no es solo lo que se come, también es cómo se vive", resalta Ana Luzón. "Vivimos en una época de hipervigilancia. Hay padres y madres que, con la mejor intención, viven angustiados por el azúcar, los aditivos, el gluten o los `ultraprocesados´. Pero ese miedo también se transmite. Y cuando se combina con mensajes sobre el cuerpo, el peso o el `verse bien´, puede sembrar las bases de una cultura de dieta precoz y, en algunos casos, de futuros trastornos alimentarios", opina esta experta.

Por lo tanto, para ella, "educar en salud no es poner filtros, ni contar calorías, ni pesar a nuestros hijos, es enseñarles a confiar en su cuerpo, a disfrutar comiendo, a diferenciar hambre de aburrimiento, a saber que no tienen que ganarse la comida… ni compensarla después".

Y concluye explicando el titular: "No, no tengo una lista de alimentos que `jamás´ le doy a mi hijo. Porque no se trata de lo que prohíbo, sino de lo que promuevo: confianza, autonomía, educación, curiosidad y disfrute. Y, por supuesto, también estructura, disponibilidad de alimentos nutritivos, y coherencia con lo que ve en casa".

"Así que la pregunta, dice Luzón, no debería ser `¿qué no le das nunca?´ sino ´¿qué herramientas le estás dando para que se relacione bien con la comida cuando tú no estés presente?´ Porque ahí es donde está el verdadero impacto. No en el zumo, el bollo o el refresco puntual… sino en todo lo que aprende cuando se sienta a la mesa", finaliza la nutricionista.