Nada exime de su cuota de responsabilidad a todos y cada uno los escalones de representación democrática implicados en la articulación de la respuesta.
Es evidente que a la UE no le resta margen de duda ni error: debe alinearse, en todo, con su propio estado miembro involucrado en la ecuación, el Reino de Dinamarca.
Basta con hacerles saber que la UE va a ser capaz de poner en pie y en marcha su propio enfoque innovador para combatir en el frente de las llamadas "guerras híbridas" y la desinformación.
Brilla, en este minuto de reconocimiento a las hechuras del finado, su legado heterodoxo, con pronunciamientos claros por los más oprimidos, los más pobres, los más perseguidos, las víctimas siempre inocentes.
ahí tenemos a la UE, comunicando como nunca antes que estamos llamados no solo a salir sin anestesia de nuestra prolongada siesta en la zona de confort en la Europa de la Paz.
No cabe ninguna concesión a la tentación de retorno al casillero nacional (como propugna la ultraderecha, hipócritamente emboscada en su Make Europe Great Again), ni, aún menos, al nacionalismo reaccionario.