Ni 5 ni 6 horas: sorprenden las pocas horas que duermen las jirafas al día
Lo más sorprendente es que este sueño no ocurre de forma continua, sino en intervalos de apenas unos minutos.

En la vasta sabana africana, donde la vida se rige por la vigilancia constante y la supervivencia depende de la atención ininterrumpida, las jirafas han desarrollado un patrón de sueño que desafía las expectativas biológicas. Estos majestuosos rumiantes, conocidos por su cuello alargado y su andar elegante, duermen menos que casi cualquier otro mamífero terrestre. Su descanso, breve y fragmentado, ha sido objeto de estudio por parte de zoólogos y neurocientíficos que buscan comprender cómo logran mantenerse saludables y alertas con tan poco sueño.
A diferencia de otros animales que se sumergen en largos periodos de sueño profundo, las jirafas parecen haber adaptado su fisiología a un entorno donde dormir demasiado puede significar la muerte. Su vulnerabilidad ante depredadores como leones y hienas ha moldeado su comportamiento nocturno, llevándolas a adoptar un estilo de descanso breve, ligero y en constante alerta.
Estudios realizados tanto en libertad como en cautiverio han revelado que las jirafas duermen, en promedio, entre 1,9 y 4,6 horas al día. Sin embargo, en estado salvaje, este número tiende a situarse en el extremo inferior del rango. Lo más sorprendente es que este sueño no ocurre de forma continua, sino en intervalos de apenas unos minutos, distribuidos a lo largo del día y la noche. En muchos casos, las jirafas duermen de pie, aunque en ocasiones se recuestan brevemente, apoyando su cuello sobre el lomo, una postura que indica un sueño más profundo y reparador.
El sueño REM (movimiento ocular rápido), fase asociada con los sueños y la consolidación de la memoria, también está presente en las jirafas, pero en cantidades mínimas. Esta fase, que en humanos puede durar hasta dos horas por noche, en las jirafas apenas alcanza unos pocos minutos diarios. A pesar de ello, no muestran signos evidentes de deterioro cognitivo o físico, lo que plantea interrogantes sobre la verdadera función del sueño y si todos los mamíferos lo necesitan en la misma medida.
La explicación evolutiva más aceptada para este patrón de sueño tan reducido es la necesidad de vigilancia constante. Las jirafas, debido a su tamaño y su limitada capacidad para defenderse en el suelo, son presas potenciales incluso para grandes depredadores. Dormir poco y en ráfagas breves les permite mantenerse alerta y reaccionar rápidamente ante cualquier amenaza. Además, su altura les proporciona una ventaja visual que les permite detectar peligros a gran distancia, lo que también influye en su comportamiento de descanso.
En cautiverio, donde el riesgo de depredación desaparece, las jirafas tienden a dormir un poco más, aunque siguen manteniendo un patrón fragmentado. Esto sugiere que, si bien el entorno influye, hay un componente biológico profundamente arraigado que regula su necesidad de sueño. Investigaciones recientes han comenzado a explorar el papel de la genética en este fenómeno, buscando identificar qué mecanismos moleculares permiten a estos animales funcionar con tan poco descanso.
El caso de las jirafas ha abierto nuevas líneas de investigación sobre la diversidad del sueño en el reino animal. Mientras que algunos mamíferos marinos, como los delfines, también presentan patrones de sueño atípicos, las jirafas destacan por ser animales terrestres con un sistema nervioso complejo que, sin embargo, parece desafiar las normas establecidas sobre el descanso. Este fenómeno no solo fascina a los científicos, sino que también podría tener implicaciones para la medicina del sueño y la comprensión de los ritmos circadianos en humanos.