No es ideología, es tecnología
"Apostar por viento o por el sol no es en absoluto una cuestión ideológica: se trata de recursos inagotables y muy accesibles en cualquier punto del planeta".

Una de las consecuencias del gran apagón acaecido el pasado 28 de abril ha sido la irrupción del debate sobre modelo energético en la conversación pública. Numerosos expertos, más o menos independientes de las empresas del sector eléctrico, así como muchos aspirantes a expertos, han desfilado por los medios de comunicación y por las redes sociales. En una cuestión tan compleja como el funcionamiento del mercado eléctrico lamentablemente resulta más fácil desinformar que informar, imputando responsabilidades mucho antes de conocerse las causas últimas de lo sucedido. Una vez más, la derecha y la extrema derecha han reaccionado ante el apagón como hacen siempre, frente a situaciones críticas: pidiendo dimisiones y convocatoria de elecciones generales. En este caso, además de esas de dos propuestas, PP y Vox han exigido un “cambio radical” en la política energética del Gobierno de España, culpabilizando a las renovables y magnificando las ventajas de la nuclear.
Veamos lo que hay detrás de algunas afirmaciones en este debate.
1. “El apagón se produjo por un exceso de oferta de energías renovables”: No sabemos aún la causa del apagón. Lo que sí sabemos es que en el momento en que se produjo, las renovables contribuían en un 78% a la producción de electricidad; menos, por tanto, del 100% que se ha alcanzado ya en numerosos momentos, sin ninguna consecuencia. En muchos países de nuestro entorno se han producido apagones con mucha menos participación de las renovables en el mix de generación eléctrica.
2. “El gobierno de Pedro Sánchez impulsa un despliegue masivo de energías renovables por razones ideológicas”. Lean el último informe de la Agencia Internacional de la Energía: las energías renovables constituyeron en 2024 más del 92% de la nueva generación eléctrica, en países con gobiernos de signo político muy diferente, incluidos países con importantes reservas de hidrocarburos. Y es que apostar por viento o por el sol no es en absoluto una cuestión ideológica: se trata de recursos inagotables y muy accesibles en cualquier punto del planeta, cuyo coste de generación ha disminuido muy rápidamente y que nos permiten ser cada vez más autónomos.
3. “La energía nuclear es barata, limpia y segura”. ¿Barata? La energía nuclear ha dejado de ser competitiva, incluso cuando se produce - como es el caso de España-en plantas amortizadas desde hace muchos años: hoy el coste de las energías renovables se sitúa en los 25€-30€ por MW/h, mientras que el de la energía nuclear es de 60€ por MWh. Hasta la entrada masiva de las renovables, el mercado retribuía a todas las energías según el coste del gas; en el periodo 2019-2024 la retribución media para todas las fuentes energéticas era de 85 €/MW/h, por lo que las centrales nucleares disfrutaban de beneficios extraordinarios, en evidente disminución por la entrada de las renovables.
¿Limpia? el funcionamiento de las centrales nucleares no emite CO2; pero el uso de uranio enriquecido genera residuos radioactivos, que requieren costosas medidas de gestión y de almacenamiento para controlar su riesgo durante miles de años. No existe ninguna otra forma de contaminación con tal duración.
¿Segura? La probabilidad de un accidente en una central nuclear es bajísima, pero no nula, como demuestra la historia. A ello hay que añadir el riesgo de ataques bélicos o terroristas. Y el coste económico y en términos de salud pública de un accidente en una planta nuclear es literalmente incalculable, teniendo en cuenta la permanencia de la radioactividad en el medio ambiente y en los seres vivos.
4. “Con un mayor porcentaje de energía nuclear en la producción de electricidad no hubiera sucedido el apagón”. De entrada, recordemos que todavía no se conocen las causas del colapso del sistema eléctrico. Lo que sí sabemos es que las centrales nucleares sufren de vez en cuando paradas por razones técnicas - incluidos los efectos del cambio climático -, y cada vez más a menudo paran por razones económicas, al no resultarles rentable competir con las energías renovables-. Pero, además, las centrales nucleares tardan al menos varios días en volver a operar, y para ello requieren de un importante consumo de electricidad. Por lo tanto, no son demasiado útiles tras un apagón. De hecho, han vuelto a operar solo cuatro días después del apagón. Imaginemos un apagón como el acaecido con mayor participación de la energía nuclear en el mix de generación eléctrica: sin duda, habríamos tardado bastantes días en recuperar el 100% del sistema eléctrico, mucho más que las veinte horas que se tardó en este incidente.
5. “La política energética en España es un fracaso rotundo, culpa del activismo climático del Gobierno”: La extrema derecha - y cada vez más el PP- califican de “fanatismo” la posición de nuestro gobierno, cuya agenda política está alineada con el conocimiento científico sobre la emergencia climática. Más bien podríamos calificar de “activismo pro nuclear” la insistencia en las ventajas de la energía nuclear así como la disposición a atender cualquier requerimiento de las empresas eléctricas con tal de que se mantengan las plantas nucleares… un ejemplo de este fanatismo: el señor Mazón, todavía presidente de la Generalitat valenciana - a él no se le aplica obviamente la exigencia de dimisión- ha eliminado ya el impuesto autonómico de la central de Cofrentes, cuyo cierre está previsto para 2030. 14 millones de euros menos para la hacienda valenciana a cambio … de nada. Porque aún no se sabe si las empresas eléctricas solicitarán formalmente la prolongación de la vida de sus plantas nucleares; pero ya sabemos que si lo hacen exigirán pagar menos impuestos y un marco retributivo que les permita seguir ganando “beneficios caídos del cielo”. Es decir, exigirán que sean los ciudadanos los que financien, entre otras cosas, el desmantelamiento de las centrales y la gestión de sus residuos radioactivos.
Cristina Narbona es presidenta de la Comisión de Transición Ecológica del Congreso de los Diputados