Una semana de infarto: cómo están las cosas en la inédita crisis entre Irán e Israel
Los dos mayores antagonistas de Oriente Medio se han enzarzado en un cruce de ataques sin precedentes, con el programa nuclear de los ayatolás y la propia caída de su régimen por diana. La implicación de EEUU, posible, dispara las alarmas.

Hace una semana, en la noche del jueves al viernes pasados, Israel lanzó su Operación León Ascendente. ¿Hablamos del león símbolo de la tribu de Judá, una de las bíblicas 12 en la raíz del judaísmo, o del símbolo nacionalista y religioso que aparece en la bandera de Irán junto con el sol? ¿Traerá el triunfo de Tel Aviv y la rendición de Teherán o a la inversa?El conflicto entre los dos mayores antagonistas de Oriente Medio no tiene precedentes: ya chocaron por primera vez con fuego cruzado sobre sus respectivos territorios el pasado año, dos veces, con lanzamientos medidos y que no se prolongaron. Olviden aquel escenario, esto es otra cosa. Y no parece que haya marcha atrás, vaya a donde vaya el camino.
Todo cambia porque el calentamiento ha acabado. Tras más de tres décadas de amenazas verbales cruzadas, estamos ante una marcha prestissima en la que los dedos vuelan sobre los botones, replicando órdenes que iluminan los cielos a velocidades hipersónicas y mandando drones y misiles de forma masiva contra unos y otros. Israel empezó, Irán respondió. Lo imposible, el conflicto nuclear, es posible.
Uno busca desarbolar las infraestructuras nucleares del régimen de los ayatolás y descabezar a su Ejército, su Inteligencia y su Guardia Revolucionaria. Lo está consiguiendo, pero en paralelo tumba también bloques residenciales enteros y pide desalojar una ciudad como Teherán, con 10 millones de ciudadanos, donde no hay lugar seguro. El otro esconde a sus líderes, ante el riesgo real de magnicidio, y saca de los silos los misiles más perfeccionados, que encuentran grietas en la coraza de Israel. Apunta a bases y oficinas militares, pero empata golpeando en torres de vecinos y hospitales. Las escenas en ambas naciones son tan nuevas como desoladoras. "Parece Gaza", se lee mucho en las redes sociales estos días. Dista mucho, pero se entiende la comparación.
La pérdida, el daño
Aunque nos enzarzamos en el cruce de declaraciones de unos y otros, en la guerra dialéctica y los amagos, la verdad de esta crisis es la de la pérdida y el daño que está generando. En una semana de choque, las autoridades iraníes mantienen la cifra oficial de fallecidos en 224, si bien reportes de medios iraníes han ido dando cuenta de más muertos superando ya los 230. Varias ONG críticas con el poder de Ali Jamenei elevan ese número por encima de los 500. Los heridos superarían, según el régimen, los 2.000.
La inmensa mayoría de ellos son civiles, aunque la Inteligencia de Israel cree que ha acabado con al menos 20 altos mandos militares del país. Entre ellos están el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán, el general Hosein Salamí, y el jefe del estado mayor de las fuerzas armadas de Irán, Mohammad Bagheri, y también el sucesor de este último, Ali Shadmani, a quien el cargo apenas le ha durado cuatro días. Además, han muerto al menos nueve científicos dedicados al programa nuclear de Irán, los que más tiempo llevaban y los de mayor conocimiento de las entretelas del proyecto.
En cuanto a instalaciones, han sido atacadas las planta de enriquecimiento de combustible (uranio) de Natanz, Fordow y Bushehr (donde también fue alcanzado un almacén de gas) e además de la Isfahán dedicada a la conversión de combustible de Isfahán. Todo eso ocurrió en las primeras horas de la operación. Ya este jueves, el Ejército israelí confirmó haber dañado un reactor nuclear inactivo en Arak, con el fin de evitar que sea reactivado.
Fordow es el complejo más protegido, porque está a entre 80 y 90 metros de profundidad, y por ahora no se ha hablado de daño alguno. El Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) sí reportado que no hay fugas ni calentamientos extremos en las demás instalaciones que, dicho sea de paso, sus inspectores podían visitar en el pasado, en virtud del acuerdo firmado en 2015 por Irán, la ONU, la UE y Estados Unidos. Cuando el presidente norteamericano, Donald Trump, se salió del pacto en 2018 fue cuando comenzaron a cerrarse las puertas a esas revisiones.
Que no haya fugas no quiere decir que no haya un daño sensible: en Natanz, los impactos directos probablemente han dañado gravemente "o incluso destruido", las salas de enriquecimiento subterráneas. Lo que Israel quería. El OIEA también estima que en la planta de Isfahán, que alberga un centro de investigación nuclear e instalaciones de conversión de yellowcake (pastel amarillo u óxido de uranio) en hexafluoruro de uranio, se han dañado cuatro edificios, entre ellos la planta de conversión de uranio y la planta de fabricación de placas de combustible.
Según el ejército israelí, también han sido atacados en Teherán y Karaj, al noroeste de la capital, centros de producción de componentes para centrifugadoras y un edificio donde se probaban los rotores de estas centrifugadoras.
Además de las instalaciones nucleares, el ejército israelí anunció este miércoles que había destruido "aproximadamente la mitad" de las rampas de lanzamiento de misiles balísticos iraníes, lo que supondría más de 200 lanzadores, siempre según sus datos. El Instituto para el Estudio de la Guerra, un tanque de pensamiento con sede en Washington, entiende que es probable que Tel Aviv haya reducido la capacidad de Irán para llevar a cabo ataques con misiles balísticos, lo que explicaría la disminución de la intensidad de los ataques iraníes durante las dos últimas noches.
Hay decenas de edificios de viviendas afectados en la capital, según la prensa iraní, y fue especialmente duro el ataque sobre un complejo de pisos perteneciente al Ministerio de Defensa, en el que murieron, según Teherán, 60 personas, 20 de ellas niños. También fue dañado un hospital, aunque no ha trascendido la profundidad del daño. Atacar este tipo de infraestructuras está catalogado como crimen de guerra. La ciudad entera sufre un colapso diario de tráfico, porque las personas tratan de escapar a localidades cercanas no señaladas por Israel, que envía diariamente avisos de evacuación. En un país donde la economía ya flojeaba en buena parte por las sanciones internacionales por sus avances atómicos, el acceso a bienes esenciales empieza a complicarse.

En el lado israelí, la andanada enemiga se ha cobrado la vida de 24 personas, todas ellas civiles. El impacto más grave ha sido el del hospital de Beerseva de esta mañana, por la sensibilidad de la diana, de nuevo, un crimen de guerra. Según la agencia oficial de noticias iraní (IRNA), el objetivo del ataque con misiles era el cuartel general de comando e inteligencia del Ejército israelí, próximo a este centro médico, y el daño producido en el edificio sería producto de la onda expansiva, no del impacto en sí. Sin embargo, según el periódico israelí The Times of Israel, la base militar más cercana al Soroka está a unos dos kilómetros de distancia.
También destacan los ataques contra una refinería en el estratégico puerto de Haifa, al norte, con tres muertos, pese a ser un espacio especialmente protegido, además de los bombardeos en Tamra, Petah Tikva o Bat Yam, sobre zonas residenciales. En esta última localidad, murieron diez personas, cuatro de ellas menores de edad.
Aunque se han visto columnas de humo en las cercanías, no hay ningún reporte oficial de que haya sido alcanzado el complejo de HaKirya, el corazón administrativo del Ejército israelí. No obstante, es escasa la información que llega del país que comanda Benjamin Netanyahu, porque por razones de seguridad se ha limitado la posibilidad de difundir imágenes o localizaciones en redes sociales, bajo riesgo de sanción, e incluso se hace lo mismo con la prensa. Como informa EFE, hoy mismo, la Policía anunció que envió agentes para detener las retransmisiones de medios de comunicación extranjeros que documentaban "la ubicación exacta" de los lugares donde impactaron misiles de Irán, información generalmente censurada ya entre los periodistas, un veto que se lleva a rajatabla. .
La directriz responde a una petición del ministro de Seguridad Nacional, el colono y ultranacionalista judío Itamar Ben Gvir, en coordinación con el ministro de Comunicaciones, Shlomo Karhi, quien el año pasado prohibió a la cadena cataría Al Jazeera -muy presente en la Franja de Gaza- emitir en Israel o tener oficinas en el país. En su mensaje, la Policía no dijo qué medios tuvieron que cortar su retransmisión, pero aseguró que incluyen "agencias de noticias a través de las cuales la cadena Al Jazeera difundía emisiones ilegales".
Lo que sí es profusamente mostrado por la prensa de dentro y la de fuera es el ritual de avisos y refugios al que se ve sometida la población local con el fin de protegerse. Un protocolo que ha tenido que ser retocado porque la amenaza de los misiles hipersónicos no es la misma que la de los cohetes o morteros de Hamás y el sistema de capas con el que se protegen los cielos de Israel no puede con todo, por más que tenga un 90% de eficacia, defienden las FDI.

El miedo a la escalada: ¿con quién y hasta dónde?
Y mientras los disparos dañan, en los despachos se cuecen los siguientes pasos. Las intenciones han quedado a la vista con el paso de los días. Inicialmente Israel insistió en que atacaba por una cuestión "existencial", porque Irán había logrado material enriquecido para montar nueve bombas nucleares y las podía usar casi de forma inminente (aunque los tiempos del uranio son más complejos) contra su territorio. Pero luego, el propio Netanyahu ha ido aclarando en sus entrevistas y comunicados que quiere más, el fin de la República Islámica como la conocemos desde hace 46 años, de Jamenei y del poder de los ayatolás.
Si inicialmente EEUU se había opuesto a un ataque directo contra el líder supremo, que posiblemente hundiría el sistema, ahora ya no hay brida. El propio Trump se pavonea de que saben dónde se oculta y de que pueden ir a por él en cualquier momento. "Nadie sabe qué voy a hacer", dijo el miércoles, una frase que sirve para el asesinato de Jamenei y para la participación en general de su país en esta guerra. "Sería un blanco fácil, pero está a salvo donde está; no tenemos intención de eliminarlo (¡matarlo!), al menos por ahora", insistió.
En una serie de mensajes publicados en su red Truth Social, el presidente estadounidense exigió la "capitulación incondicional" de Irán, el mismo país con el que el domingo pasado iba a sentarse en conversaciones indirectas en Omán para tratar de llegar a un acuerdo sobre el mismo programa nuclear que hoy parece imposible de mantener. EEUU reclamaba el abandono absoluto de las investigaciones, en un momento de debilidad de Irán por la carga económica de las sanciones y la creciente tensión social contra el régimen. Una imposición más que una negociación. Ahora esos contactos se han anulado.
¿Se podrán recuperar? Nadie lo sabe. Trump, el imprevisible, afirma en público que él no busca un alto el fuego, que elo quiere todo. Si Teherán se ve completamente atrapado por los ataques de Israel, podría proponer volver a la mesa de debate y ceder. Pero eso, hoy por hoy, es firmar el suicidio político de la República Islámica que impuso Ruhollah Jomeini en 1979, tras una rebelión que quería esperanza.
Si interviene EEUU, estaríamos ante la mayor crisis en Oriente Medio en décadas, porque no deja de ser la mayor potencia del mundo, con el mayor ejército del mundo, que tiene en la zona. Ya ha habido movimientos, ha desplazado aviones y buques militares a Medio Oriente y sus alrededores para enseñar los dientes. Funcionarios estadounidenses sostienen que el Departamento de Defensa no ha tomado ninguna acción ofensiva contra Irán, sólo acciones defensivas para eliminar los misiles iraníes entrantes para proteger a Israel. Sí se han desplegado más aviones de combate y aviones cisterna de reabastecimiento en la región, pero los funcionarios se han negado a proporcionar cifras concretas. Los aviones de combate se han unido a los esfuerzos defensivos de Israel, pero los funcionarios dijeron el martes que ningún aparato estadounidense se encontraba sobre Irán.
Aurora Intel, un grupo que revisa información de fuente abierta en tiempo real en Medio Oriente, dijo que la Fuerza Aérea de EEUU había puesto aviones de reabastecimiento adicionales y aviones de combate en lugares estratégicos de toda Europa, incluyendo España, Reino Unido, Alemania y Grecia. La información se obtuvo de sitios web públicos de seguimiento de la aviación.
Los aviones de combate de EEUU han estado patrullando los cielos de la región para proteger al personal y las instalaciones, y las bases se encuentran en estado de alerta máxima y están tomando medidas de seguridad adicionales, según informaron a AP funcionarios que hablaron bajo condición de anonimato para discutir las operaciones militares. También se ha desalojado a personal no esencial de embajadas de la zona, por prudencia.
Pero es el propio Trump el que parece que está dispuesto a ir a más. De acuerdo con la agencia Bloomberg, altos cargos del Gobierno estadounidense están trabajando ya en la elaboración de un plan de ataque sobre Teherán que, salvo cambio de postura iraní, podría ejecutarse este mismo fin de semana. The Wall Street Journal o la BBC han sabido que el republicano tiene aprobado un plan de ataque, pero al que no ha dado luz verde por el momento.

Las publicaciones de Trump en las redes sociales diciendo que su paciencia con Irán se estaba "agotando" han hecho pensar en esa idea de participación directa, también, y en particular por disponer de bombas antibúnkeres con las que atacar el sitio nuclear iraní clave construido profundamente bajo tierra en las montañas, Fordow. Israel no tiene las armas que se necesitaría para destruir esa planta de enriquecimiento de combustible nuclear, ni los aviones necesarios para lanzarla, los bombarderos furtivos B-2, que sólo EEUU posee.
Se vende como el arma total, nada tan potente si se exceptúa la nuclear, pero cuidado: los rompebúnkeres sólo pueden alcanzar una profundidad de 60 metros, pero las instalaciones iraníes están a 90 metros, por lo que es posible que nadie pueda golpear tan profundo. No al menos con los datos públicos de que se dispone. Y nunca se ha hecho nada similar.
Incluso si Washington se limitase (con todas las comillas del mundo) a golpear Fordow, Irán ya ha amenazado con consecuencias brutales. "Si EEUU dispara una sola bala, sus bases militares serán objetivo legítimo para nosotros", avisa el embajador de Teherán en Madrid, Reza Zabib, a la Cadena SER.
No obstante, hay que entender que Irán se encuentra debilitado, que se aferra a su fuerza aérea porque es lo único con lo que puede hacer daño en los alrededores pero, a la vez, es donde más severamente está siendo alcanzada por los ataques. Tiene un imponente ejército de tierra que de poco le sirve en este contexto. La Armada sí puede golpear, tanto contra buques como contra bases estadounidenses cercanas. Y puede bloquear el estrecho de Ormuz, por el que pasa un cuarto aproximadamente del comercio mundial, entre el golfo Pérsico y el océano Índico.
Israel sigue presionando a la Casa Blanca, con conversaciones frecuentes de Netanyahu y Trump, para que que EEUU dé un paso definitivo. El premier israelí usa con regularidad la idea de "cambiar" Oriente Medio. Una apuesta con el amigo americano lo lograría. "Si la guerra termina con Fordow aún en pie, Netanyahu no habrá cumplido su mandato y la gente le preguntará a Netanyahu por qué la inició", declara a POLITICO el exasesor adjunto de Seguridad Nacional israelí Chuck Freilich. Esta es también una guerra de intereses domésticos, porque el primer ministro de Israel estaba pasando por una crisis interna potente: riesgo de ruptura de la coalición de Gobierno por el reclutamiento de judíos ultraortodoxos, críticas de violación de derechos humanos en Gaza por parte de la oposición, intento de disolución del Parlamento, nombramientos polémicos...
La región
Irán comenzó a comprender el cambio estratégico que se estaba dando en todo Oriente Medio, especialmente tras el 7-0 de Hamás y el retorno de Trump al Despacho Oval, y respondió abriendo canales de negociación con EEUU sobre su programa nuclear. Por eso se hablaba de un tiempo nuevo, antes de esta guerra. También buscó mejorar las relaciones diplomáticas con sus vecinos árabes en la zona, con la esperanza de que el rechazo árabe a posibles ataques israelíes en su territorio sirviera como barrera regional y de que algunos estados árabes pudieran mediar entre Teherán y Washington.
De hecho, declaraciones y posturas recientes de los países del Golfo, Egipto, Irak y Jordania demuestran que el mundo árabe se ha opuesto claramente a los ataques israelíes contra Irán. Omán y Qatar han continuado mediando con Estados Unidos para presionar a Israel a que detenga su campaña militar.
Aun así, los cambios en el comportamiento regional de Irán, su acercamiento a sus vecinos árabes y sus rondas de negociaciones con la Casa Blanca no han sido suficientes para disuadir a Israel, donde gobierna Netanyahu apoyado con la extrema derecha nacionalista y religiosa. El camino hacia Teherán ahora parece despejado.
A menos que EEUU intervenga de forma clara y decisiva para detener la guerra en curso entre Israel e Irán, es probable que las operaciones militares continúen durante algún tiempo. La realidad es que el gobierno del presidente Donald Trump parece no estar dispuesto a ejercer una presión seria sobre Israel para que detenga la guerra, sino a ir a más, posiblemente considerando el posible resultado del conflicto como una oportunidad estratégica para desmantelar el programa nuclear iraní de una vez por todas. Esa es la perspectiva a corto plazo.
Sin embargo, a medio y largo plazo, Oriente Medio no verá estabilidad ni una seguridad restaurada a menos que se desarrollen mecanismos regionales de seguridad colectiva: marcos que faciliten la resolución pacífica de conflictos y pongan fin a las guerras y los enfrentamientos militares. Dichos mecanismos deben ser liderados por Estados regionales eficaces -en particular, naciones árabes que no participen en aventurerismo militar directo o indirecto- y apoyados por actores internacionales. Sin contar con los efectos de la guerra total, claro, que nadie es capaz de prever.
¿Y Europa?
En todo esto, ¿qué piensa Europa? En una declaración conjunta conocida el miércoles, el llamado grupo E3 (Francia, Alemania y el Reino Unido, junto con la UE) pidió moderación a las partes y advirtió contra la escalada, pero también respaldó un lenguaje duro contra los esfuerzos de Irán por desarrollar armas atómicas. Lo mismo que pasó en Canadá en la descafeinada reunión del G7 de la que Trump se fue precipitadamente, primero parecía que para apoyar un alto el fuego entre las partes y luego, para echar más lecha al fuego con sus amenazas.
El portavoz de la Comisión Europea, Anouar El Anouni, afirmó que se están activando todos los canales necesarios para disuadir a los estadounidenses de su intervención total y evitar una guerra regional más amplia, insistiendo en que Bruselas no apoya un cambio de régimen en Irán.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha solicitado a su ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, que colabore con sus socios europeos para formular una propuesta de acuerdo negociado, la prensa gala. Un funcionario de la UE confirmó que la jefa de diplomacia del bloque, Kaja Kallas, se reunirá con sus homólogos del E3 para conversar con el ministro de Asuntos Exteriores iraní en Ginebra mañana viernes, con la esperanza de animar a Teherán a tomar en serio una solución diplomática.
A Francia y a Reino Unido es a quienes, en el viejo continente, más interesa la calma, porque tienen aviones en el teatro de operaciones. Si Trump actúa e Irán toma medidas y ataca a las fuerzas estadounidenses, podrían llegar a verse como parte de la operación, como aliados y socios tanto de EEUU como de Israel, aunque sea defendiendo sus activos en la región y exigiendo responsabilidades a los iraníes. Un contexto complicado.
Sin embargo, como ya ocurre con el conflicto palestino-israelí, la capacidad de Europa como bloque de influir en este caso brilla por su ausencia. No es el actor determinante ni el socio imprescindible para los países de los alrededores ni es quien más tiene en juego en la región. En Bruselas insisten en que se están haciendo esfuerzos diplomáticos importantes por promover un armisticio y una vuelta a las negociaciones nucleares, pese a todo.
Y no hay que olvidar el contexto: la nueva crisis surge cuando Bruselas se enfrenta a la presión de tomar medidas concretas contra Israel debido a la guerra en Gaza. La revisión del Acuerdo de Asociación UE-Israel está en juego y será clave en la agenda de la cumbre de líderes que se celebra los días 26 y 27 de junio. El presidente del Consejo Europeo, António Costa, ha insinuado que el Gobierno de Netanyahu podría ser declarado culpable de incumplimiento de sus obligaciones en materia de derechos humanos y enfrentarse a sanciones específicas, por ejemplo, en materia comercial. Si eso pasa, sería el golpe mayor asestado por Europa a Tel Aviv desde que comenzó su operación sobre la franja palestina el 7 de octubre de 2023, en respuesta a los atentados de Hamás.