Europa le arranca a Trump una prórroga para cerrar un "buen acuerdo" comercial con EEUU
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, mantiene una "buena llamada" con el presidente estadounidense para trasladarle que Bruselas necesita más tiempo.

La cuerda no se ha roto por completo, pero sigue tensa. La Unión Europa ha sido capaz que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afloje el nudo arancelario con el que tenía amarrado al club de los Veintisiete. El nuevo inquilino republicano de la Casa Blanca ha aceptado esta noche, tras una conversación con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, una prórroga para que Bruselas cierre un "buen acuerdo" comercial con EEUU. Así, de la amenaza de aranceles del 50% a partir del 1 de junio, la nueva fecha límite se traslada un mes y ocho días depués: el 9 de julio de 2025.
"Me preguntó si podíamos trasladarla (la fecha límite para el acuerdo) del 1 de junio al 9 de julio. Acepté y, según ella, mantendremos reuniones lo más pronto posible para ver si podemos llegar a una solución"”, ha explicado Donald Trump a los medios tras aterrizar en la Base Aérea Andrews, Maryland, poco antes de poner rumbo a la Casa Blanca, después de pasar el fin de semana jugando al golf en uno de sus clubs.
Unos minutos antes, en una publicación en su cuenta de X (antes Twitter), Von der Leyen ya había hecho pública la conversación telefónica con Donald Trump, en la que calificó la charla como "una buena llamada con el presidente de Estados Unidos". En el mismo tuit, la presidenta de la Comisión Europea también ha subrayado que "Europa está lista para avanzar rápida y firmemente en las conversaciones" porque, según ha escrito, "la UE y Estados Unidos tienen la relación comercial más relevante y estrecha del mundo". Eso sí, dejó claro que los Veintisiete necesitarán "hasta el 9 de julio para lograr un buen acuerdo”.
Amenaza del 50% y pulso a contrarreloj
La prórroga llega cuando el pulso comercial entre Europa y Estados Unidos se encuentra en pleno pico de tensión. Sobre todo después de que el pasado viernes, Donald Trump se descolgase con un mensaje incendiario en su red social, Truth Social: "La Unión Europea, creada con el objetivo principal de aprovecharse de EEUU en el comercio, ha sido muy difícil de gestionar (…) ¡Nuestras conversaciones con ellos no están dando frutos! Por lo tanto, recomiendo un arancel del 50% para la Unión Europea a partir del 1 de junio".
Más tarde, durante un acto en el Despacho Oval, Trump trató de rebajar el de su amenaza de aplicar una subida arancelaria de cuarenta puntos porcentuales a todos los productos europeos: "No habrá aranceles para Europa porque lo que harán es enviar a sus empresas para que construyan sus fábricas en Estados Unidos”, respondió antes de dejar claro a un periodista que "la UE quiere llegar a un acuerdo a toda costa, aunque no lo hacen bien".
Ese mismo día, el comisario europeo de Comercio de la Unión Europea, Maros Sefcovic, respondía desde Bruselas al órdago de Trump, después de conversar con su homólogo estadounidense, Jamieson Greer. "El comercio entre la UE y EE.UU. es inigualable y debe guiarse por el respeto mutuo, no por las amenazas. Estamos dispuestos a defender nuestros intereses", advirtió en un mensaje difundido en redes sociales, donde mantiene que Europa está "comprometida en lograr un acuerdo comercial que beneficie a ambas partes", además de que la Comisión Europea está dispuesta "a trabajar de buena fe".
Bruselas, de hecho, ya tiene lista una segunda ronda de represalias por valor de 100.000 millones de euros, aunque insiste en que la “prioridad” sigue siendo un acuerdo negociado. Aun así, muchos dudan de que los nueve días extra concedidos ahora por Trump vayan a bastar para cerrar un pacto real.
Una tregua que apenas avanza
Con ese cruce de declaraciones como telón de fondo, la prórroga concedida esta noche busca ganar algo de tiempo. Pero no es una solución, ni mucho menos. El pasado abril, Trump decretó una tregua arancelaria de 90 días para todos sus socios comerciales. Esa suspensión alcanzó este sábado su ecuador sin grandes avances: ni con la Unión Europea, ni con Japón o Corea del Sur.
Por ahora, el único acuerdo visible es el que se cerró con el Reino Unido el 8 de mayo, un marco muy preliminar que la Casa Blanca vendió como “exhaustivo”, pero que en realidad se limita a rebajas parciales de aranceles en automóviles, acero y componentes aeronáuticos. A cambio, Londres facilitaría la entrada de carne bovina estadounidense y estudiaría futuras compras a Boeing.
En el caso europeo, los contactos técnicos se intensificaron a mediados de mayo, pero el ambiente ha estado lejos de ser constructivo. A día de hoy siguen vigentes los aranceles estadounidenses del 25 % al acero y aluminio, otro 25 % a coches, camiones y piezas importadas, y un arancel base del 10 % para todos los socios comerciales. Ese último podría escalar hasta el 20 % si no se sella un pacto antes del 9 de julio.
Bruselas, por su parte, suspendió sus contramedidas al acero hasta el 14 de julio como gesto de buena voluntad, pero ya ha puesto en marcha una consulta pública para aplicar nuevos gravámenes por valor de 100.000 millones de euros. Si las conversaciones se estancan, la ofensiva comercial europea podría afectar a productos agrícolas e industriales, desde aviones hasta bourbon, pasando por maquinaria pesada.
Mientras tanto, la tregua paralela firmada con China el 14 de mayo sí ha logrado apaciguar a los mercados. Pekín y Washington acordaron rebajar sus respectivos aranceles –del 125 % al 10 % y del 145 % al 30 %– y establecer un mecanismo de diálogo rotatorio para abordar disputas técnicas. La situación está contenida, pero también cargada de interrogantes.
La relación con Europa, en cambio, sigue en la cuerda floja. La prórroga hasta el 9 de julio es una oportunidad, pero también una cuenta atrás. Si no hay un “buen acuerdo” en ese plazo, el arancel del 50 % volverá a escena. Esta vez, sin matices. Y sin red.
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