Los congresos nacionales del PP: la estela de inestabilidad arrastrada y los nuevos retos a asumir
Mariano Rajoy fue el último que presidió un ordinario en el año 2017. Desde entonces, los populares navegan entre congresos extraordinarios convocados por la urgencia de la actualidad y la necesidad de impulsar al partido.

"Vamos a pasar del cónclave del papa al del PP", fue la frase escogida por el presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo, para anunciar un nuevo congreso nacional los días 5 y 6 de julio en el infernal julio madrileño que será presidido por Alfonso Serrano -secretario general del PP de Madrid-, un claro guiño a Ayuso que ha sido celebrado por el Gobierno autonómico como "una magnífica elección". Se cambia la sotana por la corbata y la Capilla Sixtina por Ifema. A los populares se les ha encomendado una misión: ganarle las próximas elecciones generales -cuando sea que se produzcan- al partido socialista. Para ello, Capitán América -Feijóo- ha puesto el famoso grito en el cielo de 'reuníos' ante su próxima gran batalla frente a Thanos -Sánchez-. Una decisión que ha cogido por sorpresa a ajenos y fieles.
No es la primera vez que sucede en los últimos años. La actualidad política lleva marcando la agenda de los populares desde 2017, cuando Mariano Rajoy convocó el último congreso nacional ordinario -el XVIII-. Por aquel entonces, se anunciaron cambios sutiles en el organigrama del partido. "Ofrecemos moderación y sentido común. No queremos revoluciones ni sobresaltos", decía el presidente gallego de los populares -logró un 95,65% de los apoyos en su candidatura- que mantuvo a María Dolores de Cospedal al frente de la Secretaría General del partido y eligió a Fernando Martínez-Maíllo como coordinador general. Pese a la crisis económica, los nuevos partidos emergentes y las diferentes acusaciones que mantenían la tensión dentro de la formación, Rajoy apostó por la lógica de "si algo funciona, no lo cambies".
Fue la última vez que un congreso nacional de los populares no fue sinónimo de 'boda roja'. Desde entonces, convocatorias extraordinarias, puñaladas por la espalda y cambios presidenciales han protagonizado las reuniones familiares del Partido Popular. El siguiente congreso nacional -el XIX-, celebrado en 2018, fue extraordinario y se celebró en mitad de una disputa interna entre varios de los sectores conservadores que conviven dentro del partido. Finalizada la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy de La Moncloa tras numerosos escándalos de corrupción y que supuso la primera llegada a la presidencia del país de Pedro Sánchez, un nuevo líder debía emerger de aquel 'cónclave'. Al igual que en el Vaticano, esta decisión fue más difícil que una elección de Dios.
Una veterana Soraya Sáenz de Santamaría se batía en duelo ante un joven Pablo Casado, lo que supuso unas primarias históricas e inéditas dentro de la formación. Después de una primera vuelta que dejó fuera a María Dolores de Cospedal, José Manuel García Margallo, José Ramón García Hernández y Elio Cabanes, el enfrentamiento se redujo a los dos finalistas en la segunda vuelta. Discursos en contra de la corrupción y el apelo a la unidad fueron los ingredientes protagonistas del menú que fue decidido con un resultado ajustado. Mientras que en la primera vuelta Santamaría obtuvo más votos a favor que Casado, fue en la segunda cuando el joven logró hacerse con la dirección del partido con un 57% de los apoyos. Tan sólo 400 votos de diferencia dejaron a la que fuera mano derecha de Rajoy sin el el trono popular.
Un nuevo tiempo de cambio parecía abrirse en la derecha española después de años con escándalos de corrupción que les llevó a ser desalojados de La Moncloa. "Hemos vuelto después de esta contienda electoral interna. Ya no vamos a gastar ni un minuto en hablar de nosotros", anunciaba el entonces nuevo líder del PP en un contexto político donde el independentismo y sus pactos con Sánchez comenzaban a acaparar los titulares de los medios de comunicación. La unidad fue otra de las bases de Casado, que aseguraba que "habría integración, por lo menos por su parte" y que "necesitaba a todos los miembros del partido". El bipartidismo parecía haber llegado a su fin con la consolidación de Ciudadanos y Podemos -que incluso había logrado entrar en el Gobierno-; tiempos de travesía parecían vaticinarse en el PP, pese a la ilusión -despertada esencialmente en los sectores más jóvenes del partido- que producía Casado, pero como es de sobra conocido, sus tiempos al frente del partido fueron ilusorios antes de que se le sometiera a la guillotina política.
Un San Valentín de 2022 anunciaba una nueva victoria de los populares en los comicios de Castilla y León. No obstante, del amor al odio hay un paso y así fue como se sembró la semilla que desembocaría en una guerra civil que pondría patas arriba al partido. Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso fueron buenos amigos en las Nuevas Generaciones, fue él incluso quien la propuso para las elecciones autonómicas de 2019, pero una vez que ambos cumplieron su sueño -él en la cabeza del partido, ella en la Comunidad de Madrid-, saltó el escándalo. El espionaje orquestado por el PP y fraguado desde el Ayuntamiento de Madrid contra el hermano de Ayuso por la supuesta comisión cobrada por un contrato de 1,5 millones de euros para mascarillas en plena primera ola de pandemia en 2020. "Nunca podría imaginar que la dirección nacional de mi partido iba a actuar de un modo tan cruel y tan injusto contra mí", dijo entonces Ayuso que acusó a casado de crear "conspiraciones" contra ella.

"Cuando presida el Gobierno, yo no permitiría que un hermano mío cobrara 300.000 euros de un contrato público adjudicado por el Consejo de Ministros", fue el último clavo en el ataúd de Casado -en una entrevista en la Cope- antes de que toda la organización y barones territoriales del Partido Popular se pusieran de lado de la presidenta de la Comunidad de Madrid y desterraran al 'exilio' político a Casado. Fue entonces cuando la necesidad de un nuevo 'cónclave' emergió con todos los focos apuntando a Alberto Núñez Feijóo como el heredero del monarca destronado. El XX congreso nacional de los populares -de nuevo de forma extraordinaria- señaló una necesidad de tomarse la etapa de Pablo Casado como un paréntesis y "reiniciar" al partido para encajarlo con el de Mariano Rajoy. En otras palabras, un gallego por otro gallego, el ciclo natural de los populares.
El regreso al marianismo tuvo lugar en Sevilla -al igual que donde se produjo el décimo congreso nacional que refundó el partido de manos de José María Aznar- y alzó al entonces presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, a la presidencia del partido con un 98,63% de los votos. Un intento de la formación por ofrecer a la ciudadanía una imagen 'de Estado' y retomar el camino para entrar en La Moncloa -todavía no se ha conseguido pese a que se quedara a cuatro escaños en las elecciones del 23J-. Ahora y tras años de inestabilidad formada en los diferentes congresos extraordinarios, asumen el nuevo reto de volver a la presidencia del Gobierno. Sin embargo, el viaje lo comienzan con la incredulidad de alguno de los barones después de que el pasado lunes Feijóo anunciara el nuevo 'cónclave' que se producirá en la capital la primera semana de julio. "No nos han dicho nada de cambios o congreso, pero la gente está moviéndose y muy nerviosa", reconocía entonces uno de los barones a este periódico.
Ahora, el XXI congreso nacional del Partido Popular asume diferentes retos para una etapa política que -de nuevo- pretenderá desalojar a Sánchez. En el acto, habrá una ponencia política y otra estatuaria. No obstante, los estatutos del partido apuntan a que sólo en los congresos ordinarios se podrán realizar ponencias. Estas discusiones determinarán cuál es la posición que tendrán respecto a su socio en algunos ayuntamientos, Vox, si toman distancia con la extrema derecha y cómo evitar su crecimiento. También está encima de la mesa el cambio en el sistema de primarias -que necesitaría un cambio de estatutos- y la reelección del actual presidente popular. En los pasos más inmediatos, la Junta Directiva Nacional agendada el lunes 19 de este mes organizará el congreso con su correspondiente Comité Organizador y su presidente.
Un nuevo capítulo del congreso nacional popular tendrá lugar el próximo mes de julio después de los numerosos acontecimientos que han sucedido a lo largo del país -desde el apagón, hasta el robo de cable de trenes-, acompañado con la ofensiva del mayor partido de la oposición contra el Gobierno y las incógnitas que permanecen en el aire ante una nueva reunión del PP. Su posición en relación con Vox, Mazón y en qué lugar queda en Valencia y en el partido después de la DANA, los cambios estatutarios que ha propuesto Feijóo... Un mar de dudas que, en definitiva, se esclarecerá una vez haya entrado el verano.